Antonio Margarito y un triunfo con interrogantes

Izquierdazo/

El estado actual de Antonio Margarito quedaría resumido en que Jorge «Maromerito» Páez pudo hacer lo que ni siquiera el mejor Manny Pacquiao pudo hacer en su momento: mandarlo a la lona. El Tornado de Tijuana se llevó la victoria por decisión unánime sobre el Maromerito, pero con muchas cosas que mejorar.

1. Falta de forma física

La resistencia atlética de Antonio Margarito fue siempre una de sus mayores fortalezas. Era capaz de volver en los combates y de ir ejerciendo una presión cada vez mayor sobre sus rivales, basándose en un altísimo volumen de golpeo. Ante Páez, sí, Margarito lanzó muchos golpes, pero muchos de ellos desde el cansancio, golpes lentos e imprecisos como si los guantes le pesaran.

En ese aspecto, Antonio Margarito merece el beneficio de la duda. No peleaba desde aquella revancha con Miguel Cotto de diciembre de 2011, y acumula mucho tiempo sin pelear. En una ausencia tan prolongada como esa se pierde ritmo o se pierden facultades por el envejecimiento natural. ¿Cuál de esos dos déficits se le puede señalar hoy? Es difícil establecerlo hasta no verlo pelear de nuevo, pero por lo pronto, Margarito sí se vio fuera de ritmo y lento, con un cansancio evidente.

2. Corazón y fiereza intactas

A Antonio Margarito se le pueden reprochar muchas cosas en su carrera, y se le podrá acusar de otras tantas, pero lo que no se le puede regatear es su corazón y su fiereza. Es irreductible. Manny Pacquiao le dio la golpiza de su vida, le conectó casi 500 golpes en la pelea, que según Compubox es la onceava mayor cantidad de la historia compilada, pero Margarito no se rindió, siguió adelante, literalmente, jugándose la vida.

Esas cualidades siguen intactas en Margarito. Cuando parecía noqueado, al borde de la derrota, Margarito se levantó, volvió, y regresó en la pelea. Ante un Maromerito cansado, cierto, pero Margarito hizo lo que a él le tocaba. Muchas de las debilidades del Tornado de Tijuana eran suplidas con fiereza, y ahora lo confirmó, el estado de su ojo nunca pareció frenarlo o volverlo precavido. Margarito sigue dispuesto a jugarse la vida en el ring.

3. Rival que no representa un parámetro

Jorge «Maromerito» Páez, de inicio, no representaba un parámetro de élite para Margarito. Parecía más bien un calador de más o menos buen nivel, que pudiera darle rounds competitivos al tijuanense. Y mientras Páez estuvo entero físicamente, utilizó su velocidad de manos para acertar sobre un empolvado Margarito que no encontraba ritmo ni distancia.

Y Páez logró mandar a la lona a Margarito. Lo conectó con una combinación rápida, pero poderosa y Tony se fue a la lona con una serie de golpes que antes absorbía de rutina. Pero después de eso, Páez pareció desconectarse de la pelea, no pudo liquidar a Margarito porque se cansó. Dejó vivir a Margarito, lo dejó recuperarse y lo dejó volver a la pelea.

De entrada, el físico del Maromerito lucía lejos de la forma óptima, se veía pesado y flojo, sin fondo. Se cansaba rápido y tenía que tomarse respiros prolongados dentro del round.

Es innegable que un rival de élite, un clasificado en el mismo peso de Margarito, le va a dar muchos más problemas que los que le dio Páez, quien además lució demasiado benévolo, demasiado condescendiente y respetuoso hacia el rival. Le faltó mucha más sangre e instinto asesino. Lo que el Maromerito le perdonó a Margarito, Tony no lo habría hecho.

Queda la interrogante de ver a Margarito con un rivel de mayor nivel.

4. El ojo derecho pasó la primera prueba

De entrada, el estado del ojo derecho de Margarito parecía el factor crucial para medir los alcances de este regreso al boxeo. Sin embargo, el ojo no se inflamó, ni sangró, ni mostró, superficialmente, alguna diferencia con el ojo de cualquier otro peleador.

Cabe recordar que Manny Pacquiao le fracturó el hueso orbital del ojo derecho, en una lesión que requirió cirugía, y que luego le costó la derrota en la revancha con Miguel Cotto porque se inflamó muy rápido. Pero ahora, el ojo resistió sin sangrar ni inflamarse.

En la superficie parece estar bien, la interrogante está en el grado de visión que Margarito conserva. ¿Cuánta es la visibilidad del ojo? Ante el Maromerito, Tony pareció comerse golpes rectos perfectamente visibles desde la posición de guardia de ambos, y fueron golpes que entraron sin ningún tipo de oposición, como si Margarito nunca los hubiera visto venir.

El grado de visión solo él y los doctores lo sabrán. Y habrá que seguirlo observando.

5. Muy lento

Sí, la larga ausencia le pesó también en este renglón. Los golpes de Margarito carecieron de potencia, de explosividad. Estaban demasiado telegrafiados, y Páez nunca pareció realmente lastimado por alguno de esos envíos. Esa es tarea de gimnasio, sacarle la inactividad de encima, y que el tijuanense pueda encontrar ritmo de golpeo nuevamente.

¿Cuánto de ese ritmo de golpeo se puede recuperar? Solo el tiempo lo dirá, pero lo que está claro es que sin esa potencia, Antonio Margarito no tiene nada que hacer de regreso en el boxeo, pues sería exponer su vida sin posibilidades. Sería perder su más preciada virtud.

6. Pelea para sacudirse el polvo

El triunfo sobre el Maromerito solo le ha servido para una sola cosa: desempolvarse. Lo más importante era sumar rounds, intentar recuperar sensaciones, tantear su estado físico. Y seguramente, Margarito y su esquina obtuvieron respuestas a estas preguntas, aunque las respuestas no sean las más alentadoras, pues hay muchísimo trabajo que hacer.

Este Antonio Margarito está muy lejos del mejor Margarito. La imagen del Tornado de Tijuana mandado a la lona por un rival de nivel apenas bueno debe quedarse bien grabada en el gimnasio cuando regrese a entrenar, pues ese Margarito no tiene mayores posibilidades.

Con el nivel mostrado por Margarito, quedaria limitado a ser un peleador de palenques en México, esa clase de peleadores como el propio Maromerito que son buenos caladores, que ofrecen peleas memorables para la televisión mexicana, pero sin capacidad para aspiraciones mayores.