AEBOX/Gonzalo Campos/ — Saúl “El Canelo” Álvarez, rechazó el cinturón conmemorativo realizado con arte huichol para la pelea contra Chávez Junior, debido a la nula relación que mantiene con el Consejo Mundial de Boxeo, tras la polémica surgida por su frustrada pelea con Gennady Golovkin. Canelo ha declarado públicamente su negativa a permitir la participación del WBC en esta pelea, y es que de estar sancionado este combate por la organización del cinturón verde, la promotora de Canelo debía desembolsar 300.000 Dolares en concepto de tasas, cosa a la que se niega el campeón que ha declarado que ese dinero prefiere llevarlo a su casa. «Un organismo no va a venir a poner sus reglas y porcentajes, no estoy para tomar ordenes de un organismo».
Como ya ocurriera con Miguel Cotto como campeón en su defensa frente a Canelo, los boxeadores empiezan a asociar el cinturón verde del WBC, con un lujo caro e inútil que en este caso no engrandece la naturaleza de una pelea ya de sobra atractiva por el apellido del Jr. y porque sin duda es la primera gran batalla histórica entre dos mexicanos en el peso medio.
Desde la llegada de Mauricio Sulaiman a la presidencia del WBC, el cinturón se ha ido devaluando hasta un punto en que los propios campeones declaran abiertamente su negativa a ser sancionados por un organismo que ha permitido verdaderas barbaridades en nombre del espectáculo y que está perdiendo el crédito que su anterior presidente, el tristemente fallecido José Sulaiman, lograra al frente de una institución que ha sancionado los mejores combates de la historia de nuestro deporte y que se encuentra en el peor momento de toda su trayectoria.
Ni Rubíes y Esmeraldas, ni cristales de arte Hichol, ni todos los abalorios que Mauricio quiera ponerle a su cinturón verde van a servir de nada si no se empieza a tomar en serio la salud de los deportistas, la igualdad en la lucha, y se dejan de permitir ejecuciones como la que Canelo hizo con Amir Khan en una pelea absolutamente desigual, en Julio del pasado año en Las Vegas, pelea que el propio Saul ha calificado como el único error de su carrera.
Los organismos que sancionan el boxeo mundial se han convertido en sastres al servicio de los campeones de turno, confeccionando el traje que mejor le quede al campeón, o en mayordomos de los vendedores de PPV, que deciden rival, peso, arbitro, jueces y hasta la marca del refresco que debe beber su oponente antes y después de la pelea. Ellos mismos han sazonado el caldo de cultivo que ahora les aleja de las grandes peleas, situación impensable hace solo unos años donde todos los boxeadores y managers del mundo esperaban la clasificación del WBC, para ver cual era la próxima pelea grande.
