Eric Morales – La dificultad de decir adiós al boxeo

Cuántas veces los aficionados se preguntan una y otra vez porque un boxeador regresa y se contestan que por dinero. Es la primera razón que contestan los fanáticos y prensa, pero nunca se han tomado la molestia de razonar un poco esta pregunta.

Hoy quiero compartir lo que yo viví. Me tomé un tiempo de receso esperando encontrar la magia y ese sentimiento que tenia, oler diferente al diario, esa sensación de subirse al ring y darlo todo, pelearle de tú a tú con los mejores en su momento, pero se me pasaban los días y ese sentimiento no llegaba, como iba llegar?. Si terminé cansado, desilusionado y triste de las últimas peleas que tuve, la suerte, carisma, apoyo, ayuda, admiración y negocio que tuve algún día, lo perdi, ¿y cómo?.

Pues aceptando peleas que no debía por problemas en la báscula y en su momento no vi lo difícil de hacerlo. Imaginen la magnitud de la catástrofe, cuando niño soñaba con pelear, me divertía boxeando, empecé mi carrera amateur a los 5 años creyendo que un día seria una estrella de este deporte, gané casi todo. A la edad de 16 años debuté profesional y con mis seguidores fieles de la Zona Norte que me vieron crecer, todos creían que iba a ser un futuro campeón, empieza la aventura y los contratiempos, pero poco a poco sorteando las adversidades que nos da la vida y nos permite saborear mejor el día de la consagración. A los 21 años logré experimentar de manera invicta el primer título mundial y de ahí se vienen más de 40 peleas sin una solo derrota: elogios todo el tiempo, la suerte seguía de mi lado, pero se te empieza a escapar.

Porque la soberbia y el poder no te ayudan y mucho menos te bien aconsejan, pero sobre todo hay algo que no hay que perder de vista, a lo largo de mi vida me formé como un guerrero, como una persona lista al combate, con instinto competitivo, y sobre todo instinto de ganador. Cuando te desanimas por malas decisiones, quieres de manera expresa recomponer todo y quieres al mejor para que pague los platos rotos, pero ¡oh desgracias!. Lejos de ir para arriba, vas para abajo, entonces llega el momento de detener todo, tomar receso como todos, con la diferencia que el boxeador se empieza a deteriorar más rápido, pero mi mente no cambió, nunca se modifico, empiezo hacer con la experiencia lo que lograba con la juventud, pero será momentáneo, ya que siempre estarás bajo la lupa y el truco de la experiencia es muy fácil de leer por la sangre nueva con talento, y aquí viene lo contradictorio. La mente me dice que puedo, que sé que lo voy a lograr, pero mi cuerpo me dice no más, ya no te puedo ayudar. Entonces tomé la decisión de irme del boxeo, no sin antes resistirme por mas de 24 horas continuas llorando de lo triste que es saber que nunca más estarás ahí arriba del ring y , que te digan que ya no puedes hacer lo que prácticamente has hecho toda tu vida, lo que te entrenaste para hacer día a día, como el sustento de tu vida, casa y sobre todo sueños, casi al grado que eres un minusválido. ¿Alguna vez te has puesto a pensar qué harías si te dicen que ya no sirves para lo que te has preparado toda toda tu vida? No es justificación, es una locura que solo entenderías si la vives. Mi reflexión y critica no es para el boxeador, porque al final eso somos, guerreros testarudos, inconscientes y locos, ¿por que acaso un cuerdo se subiría a darse de golpes?

Erik Morales