Sin final en el Guión… Sparring

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Sparring, un film de Samuel Jouy, 2017)

LA OTRA CARA DE BOXEO

Presentada en la 70° edición del Festival Internacional de Cine de Locarno (Suiza) el pasado verano, donde su protagonista, el carismático e íntegro Mathieu Kassovitz, recibió un premio honorífico, Sparring nos cuenta la historia de Steve Landry, un boxeador entrado en la cuarentena con muchos más combates perdidos que ganados, que acepta la oferta de ser el sparring del ascendente campeón de boxeo Tarek M’Barek.

De la dirección de la película se encarga Samuel Jouy, actor con más de una treintena de títulos a sus espaldas; -el año pasado, además de dirigir Sparring, trabajó como actor en el telefilme Je suis coupable (Christophe Lamotte), en la serie de televisión Zone blanche (Mathieu Missoffe), y en los largometrajes Gauguin. Voyage de Tahiti (Edouard Deluc) y Burn Out (Yann Gozlan)-.

Jouy, quien ya había probado suerte en la dirección en el año 2000 con el cortometraje Mortels, debuta en el largometraje con Sparring, en donde también se ha encargado del guion, escrito con la colaboración de Jérémie Guez, guionista de, entre otras, Arès (Jean-Patrick Benes, 2016) y The Bouncer (Julien Leclercq, 2018), -lo próximo del célebre Jean Claude Van Damme como protagonista-, y Clément Roussier, actor visto en títulos como Au bout du conte (Agnès Jaoui, 2013) o Soleil battant (Clara Laperrousaz, Laura Laperrousaz, 2017).

En el reparto, como estrella principal e interpretando al protagonista Steve Landry, Mathieu Kassovitz, famoso y respetado cineasta francés que saltó a la fama cuando en 1995 escribió y dirigió la mítica El odio (La haine). Del resto de largometrajes que ha dirigido, destacan Los ríos de color púrpura (Les Rivières Pourpres; 2000) y L’ordre et la morale (2011). Como actor lo hemos visto en títulos tan recomendables como Amélie (Le fabuleux destin d’Amélie Poulain; Jean-Pierre Jeunet, 2001), Munich (Steven Spielberg, 2005) o Un illustre inconnu (Matthieu Delaporte, 2014).

Acompañan a Kassovitz en el reparto la cantante, compositora y actriz Olivia Merilahti, quien encarna a la mujer del protagonista, y Souleymane M’Baye, boxeador profesional con 49 combates disputados, 42 de ellos con victoria por KO, seis derrotas y un combate nulo, que ha sido campeón del mundo de peso superligero por la WBA (2006-2007), así como campeón de Europa de peso superligero por la EBU (2002, 2009), y quien interpreta al poderoso boxeador Tarek M’Barek.

Para los no iniciados, apuntar que un sparring es una persona con la que se entrena un boxeador para preparar un combate. Muchas veces hemos visto en el cine la historia de un boxeador que quiere ser campeón. Ahí tenemos títulos muy famosos como por ejemplo Rocky (John G. Avildsen, 1976), Toro salvaje (Raging Bull; Martin Scorsese, 1980), Million Dollar Baby (Clint Eastwood, 2004) o Redención (Southpaw; Antoine Fuqua, 2015), sin embargo, la figura del sparring no se ha tenido en cuenta tantas veces en el cine, no al menos en comparación con la imagen del boxeador.

Sparring se presenta como una película clásica e intimista, lejos de las típicas películas de boxeo repletas de combates espectaculares y momentos heroicos. Cuenta con una historia lineal y pequeña, más próxima al cine profundo y de minorías que al de la grandilocuencia y lo épico. Un retrato sensible de un hombre que combate, no por la gloria, sino por la supervivencia.
Nuestro protagonista, no necesita tanto la fama para alimentar su ego como el dinero para vivir. Es un boxeador que recibe más golpes que da, que termina como sparring recibiendo todavía más golpes de los que ya recibía antes cuando competía. Un hombre que ya entra herido al ring, apaleado sin piedad por la vida, y que cuando sube al cuadrilátero, continúa recibiendo más palizas.

Kassovitz, en el que es uno de sus mejores trabajos interpretativos hasta la fecha, ofrece a su personaje esa ambigüedad tan necesaria y al mismo tiempo tan compleja, que requiere un rol protagonista como el que presenta esta historia de lucha y redención de cierto halo nostálgico.
La narración no es especialmente innovadora ni original, no obstante, lo que hace grande a esta película, son sus personajes y las acciones que estos construyen a su alrededor.
De hecho, los personajes de Sparring, hablan más con actos que con palabras. Son sus movimientos, bien sean encima de un ring o debajo del mismo, los que dan forma a sus personalidades, los que moldean sus caracteres.
El cineasta Samuel Jouy, muestra en no pocas ocasiones, a base de planos cerrados y planos detalle, estos hechos, tanto los cotidianos del día a día como los relacionados con los combates o entrenamientos de boxeo.
Sparring es una película necesaria, no ya por lo que cuenta, sino sobre todo por mostrar con sinceridad y las mejores intenciones del mundo una figura que, por lo general, suele estar oculta, luchando entre las sombras y sobreviviendo como buenamente puede a los combates (de boxeo y de la vida).
A modo de curiosidad, añadir que Mathieu Kassovitz, a raíz de su preparación física para la película, ha comenzado a boxear también fuera del cine. Su alias deportivo es “Papa Kasso”, y combate como amateur a sus 49 años en la categoría de menos de 70 kilos.

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