Carlos Monzón, una vida de novela.

Izquierdazo/ — El deporte está plagado de personajes peculiares. El boxeo no es la excepción. Ya sea por personalidades especiales, excentricidades o lujos que sólo un deportista de élite pude darse, el pugilismo está en la cumbre de estos casos. El de Carlos Monzón, es uno de los tantos que son dignos de contarse.

El argentino fue  campeón del mundo en la categoría de los medianos.  Fueron víctimas de sus puños, Bennie Briscoe, Emile Griffith, Nino Benvenuti, con quien trazó una estrecha relación que perduró hasta su muerte, José «Mantequilla» Nápoles y Jean Cleaude Bouttier, entre otros. Los especialistas lo ubican junto a los mejores de todos los tiempos como Sugar Ray Robinson, Rocky Graziano, Stanley Ketchel, Harry Greb. Detrás del excelso púgil hubo una historia que no puede obviarse.

Comenzó como lustrabotas, vendedor de diarios, recolector de basura, sus amoríos con Susana Giménez, sus días en prisión, su indómita personalidad, todos estos aditamentos conforman un cóctel propio de una historia de película. En otras palabras, fue un “Hombre de Calle”. Aprendió las reglas de la vida desde muy temprana edad, y mantuvo los mismos códigos hasta sus últimos días.

No por nada se lo conocía como el “Macho”, el “Hombre de Hierro”. Es que, Monzón trasladaba su forma de ser en el entarimado, a la vida misma. Estuvo preso 31 días por “tenencia ilegal de armas”, una Winchester 44, que según él comentaba, era un simple adorno. Luego todo se aclararía, y recobraría su libertad. La misma se vio privada por segunda vez en 1988, tras ser acusado por homicidio de su, entonces, esposa Alicia Muñiz. Desde ese momento, la Penitenciaria Nº 2 de Las Flores, Santa Fe, fue su hogar por el resto de su vida.

De relación tajante con la prensa que se entrometía en su vida privada, Carlos denunció a un periodista que había escrito un libro sobre su vida, llevando la cuestión a la justicia. Amílcar Brusa, su entrenador, lo caracterizó en la revista El Gráfico de la siguiente manera: “Tenía determinación, era guapo, era callado, era belicoso cuando hacía falta, era obediente. Me di cuenta de que estaba dispuesto a entregarse a mí con tal de salir de la miseria”

Más allá del boxeador de excepción que fue “Escopeta”, en sintonía, quienes lo conocieron de cerca, afirman que era un personaje sin igual. El propio Alain Delon, que entabló un lazos muy cercanos con el pugilista, al igual que su coterráneo y ex boxeador Jean Cleaude-Bouttier,  declaró que “hace 20 años invité a Carlos visitar Francia para exponer por octava vez el campeonato mundial de boxeo con Jean Claude Bouttier. Ese acontecimiento me dio la posibilidad de poder conocer mejor al monarca y sobre todo, al hombre, a ese personaje fuera de lo común”.

El actor Mickey Rourke lo visitó en la cárcel de Las Flores. Acerca de aquella visita, se rumorea que Escopeta golpeó al estadounidense, cuestión que nunca fue confirmada. Frío, tajante, de rostro y figura imponente, encandiló nada menos que a Susana Giménez. Su romance con la diva más importante de la televisión Argentina, tuvo en vilo a todo el país desde mediados de 1974 hasta finales de 1977. Se conocieron filmando la película “La Mary”, y fue  entonces  donde tuvo origen esta relación. Poco tiempo después, la propia vedette lo halagaría: “Carlos es un hombre con todas las letras”.

Aquel hombre que de pequeño fue lustrabotas, se codeaba con figuras de primer nivel en el espectáculo de su país, como Palito Ortega, Rolo Puente, Carlos Calvo, Silvia Pérez, Moria Casán, Alberto Martín, Carlos Balá y la mencionada Susana Giménez. Formó parte del reparto en 7 filmes, teniendo mayor protagonismo en “La Mary”, ”Soñar, Soñar”, “El Macho”. Asimismo, participó en “Un loco en acción”, “Los hijos de López”, “Amigos para la aventura” y “Las locuras del profesor”.

También ha sido motivo de inspiración para periodistas y escritores, que ya sea a modo biográfico o de relatos literarios recurrieron a sus proezas como deportista, personalidad, su relación con el espectáculo, romances y demás cuestiones para retratarlo. “Moi, Carlos Monzón”, “Monzón secreto de sumario”, “Mi verdadera vida”, “La noche de Mantequilla”,  fueron algunas en las cuales “Escopeta” estuvo presente.

Como muchos episodios de su vida, el final para Carlos Monzón estuvo signado por el dramatismo y la tragedia. El 8 de enero de 1995, el púgil regresaba de su San Javier natal, donde pasaba sus 48 horas de libertad de fin de semana. Se dirigía al penal de Las Flores. En febrero de ése mismo año, se cumplirían las tres cuartas partes de su pena, es decir, saldría en libertad condicional. El Renault 19 que manejaba Monzón, volcó cuando el ex campeón perdió el control luego de haber mordido la banquina. El cadáver del ex boxeador presentaba un hematoma en la zona del cuello, lo que hacía suponer que se desnucó.  Ése era el final. Su muerte conmovió a todo el país, causó estupor e incredulidad en sus más cercanos.