Mantequilla Nápoles regresa a Cuba, tras 53 años de exilio.

Izquierdazo/ — José Ángel Nápoles Colombat nació en Santiago de Cuba en 1940. Y a la edad de 22 años dejó la isla para poder continuar con su carrera de boxeador profesional. Llegó a México con la única certeza que tienen los exilidados, sin importar de donde sean: no volverán a ver a muchos de sus familiares ni respirar el aire de sus ciudades ni contemplar el cielo de sus pueblos.

Hoy miércoles 8 de julio el apodado Mantequilla regresa a Cuba luego de 53 años. Salió hoy a las 6 de la mañana de Ciudad Juárez, llegaría a la Ciudad de México a media mañana, de ahí saldría a las 4 de la tarde, y si todo salió inusualmente conforme a lo planeado, Mantequilla ya está en La Habana a las 7:55.

Los tabloides de los periódicos mexicanos, forzados por la ética de su oficio, se limitan a indicar lo inminente: “Mantequilla regresará a Cuba”, “El campeón vuelve a casa”, “Pone fin a su exilio”. El nostálgico viaje de Nápolesregresando a su tierra ha sido financiado a través de la Secretaría de Educación, Cultura y Deporte, por el gobernador de Chihuahua, César Duarte.

Dar a conocer el obsequio del gobernador Duarte es un acto de mayor importancia, en una contemporaneidad donde las cosas que no se anuncian no existen. Y lo que existe en la persona del gran Nápoles, es el ejemplo del ciudadano arrastrado por las garras del poder. Se fue de su tierra a causa de un gobernante, ahora regresa por culpa de otro. Es el ejemplo que existe adentro de todos nosotros. Aunque se permitan los diarios dejar de anunciarlo. Y nosotros prefiramos callarlo.

Hace dos años se especuló sobre la delicada salud física del Mantequilla y su grave estado mental. Estuvo hospitalizado el mes de mayo del 2013 con un cuadro que le diagnosticaba depresión, una depresión tan honda que le hacía olvidarse de la comida y le estaba ocasionando anorexia y diabetes. “No hay ninguna enfermedad grave que ponga en peligro su vida inmediata”, informó Neave Valenzuela, director de un Hospital General del IMMS. Y anunció un triunfo del boxeo, esa profesión que siempre ha sido acusada de su crueldad pos-carrera:”Tenemos campeón para 10 años más”.

Pero la demencia pugilística también fue declarada. “Es un problema cerebral que él presenta por su gran trayectoria boxística”, dijo un siquiatra que lo atendía. Y lo puso en una perspectiva más clara: “No es una demencia avanzada es más incipiente, que me sorprende ya que él conserva la memoria remota y a corto plazo”. Después agregó que Mantequilla dormía toda la mañana y jugaba cartas por las noches. Le ganaba partidas aGustavo Díaz Ordaz y Adolfo López Mateos (ambos presidentes de México en la década de los 60’s). Eran alucinaciones producto de dos personajes acaudalados que conoció en sus mejores años. Será que el poder nos arrastra hasta en los sueños.

El llamado “Minino” pasó a ser “Mantequilla» por un error previo a un combate que le adjudicó para siempre el apodo originalmente de su hermano mayor. Nápoles comenzó a boxear en un gimnasio que quedaba en la misma calle donde vivía en la isla. Los registros anuncian un record amateur de 114 peleas con una sola derrota. En abril de 1969 derrotó a Curtis Cokes en California. Cokes resultó tan golpeado que un relatador de la pelea, en español llegó a decir antes de que terminara el round 13 y se detuviera el combate: “Es verdaderamente monstruoso el aspecto que presenta la cara de Curtis Cokes, ha sido golpeado brutalmente por Nápoles”.

Al momento de festejar por haber ganado el campeonato mundial welter del CMB y AMB frente a Cokes, el cuerpo de Mantequilla se desvanecío y parecía ir a la lona lentamente. Un tumulto de gente intentaba cargarlo pero él dejaba llevarse por la inercia descendente. La incertidumbre se apoderó de los presentes por un instante mientras el narrador decía que a Nápoles le había dado un “colapso de emoción”. En realidad, no era tan difícil darse cuenta que Mantequilla solamente quería llorar, poner la cabeza en la lona y llorar. Pero la gente a su alrededor se empeñaba en estrujarlo, en cargarlo sobre sus hombros.

En febrero de 1973 vino el reto a Carlos Monzón en peso mediano y al séptimo round confirmamos otra vez que las leyes de la física son crueles, la desventaja por no estar en su peso natural fue mucha para el Mantequilla. Un narrador anglosajón dijo en inglés durante la transmisión, al finalizar ese asalto, como intuyendo lo que venía: “¿Nápoles habrá estado satisfecho de escuchar la campana?” Seguramente así fue. Nápoles no salío a pelear más.

Si uno busca información sobre el estado actual del Mantequilla Nápoles los resultados arrojados de distintos periódicos dan cuenta a una vida que pasó de “la gloria a la miseria”. Es la palabra que repiten: miseria. Un hombre de vejez miserable que fue ingresado al Salón Internacional de La Fama del Boxeo en 1990. Un peleador que sumergido en dolencias económicas ha tenido que recibir ayuda del CMB. Un exiliado de 75 años: de arrugas sobre piel canela, con ojos cafés y rasgados, de bigote de estopa y pelo de algodón, de mirada desorientada, que habla lento arrastrando la lengua.

“Mantequilla” Nápoles ha dicho estar agradecido con el gobernador Duarte por el viaje regalado que está haciendo en compañía de su esposa Bertha Navarro, con quien pasará tres días en Santiago y otros tres días en La Habana. “Mantequilla” visitará la calle donde estaba su primer gimnasio y seguramente convivirá con familiares que nunca pensó volver a ver.

Quién sabe qué dirán los diarios mañana sobre la visita del Mantequilla a Cuba. Pero ojalá, gran Nápoles, que la gente a su alrededor no insista en ponerlo en el supuesto lugar que usted debería de estar. Ojalá que no lo carguen si usted no quiere, que no lo hagan caminar si usted así no lo desea. Que lo dejen poner la cabeza en el suelo y le permitan llorar todo lo que usted sienta que tiene que llorar.

Tal vez mañana se suelten las cursilerías afirmando que “El Mantequilla es un campeón de la vida”. O se recuerden sus grandes hazañas y se publiquen fotos con Nápoles usando un sombrero de charro. Independientemente de los encabezados de la prensa, quizás el más adecuado de los párrafos para el día de mañana sería aquel escrito por Cortázar en La Noche del Mantequilla: “Era difícil hablarse en el griterío, el público sabía que el round siguiente podía ser el decisivo. Los hinchas de  «Mantequilla» Nápoles lo alentaban, casi como despidiéndolo”

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