Pacquiao Vs Márquez: en defensa de los excesos

AEBOX/Juan Álvarez/ — “Lo bueno si breve, dos veces bueno”, “lo poco agrada y lo mucho amarga”, “evite el exceso”… solemos pensar que la repetición de una actitud o de un acontecimiento hacen que a la larga pierdan el atractivo y que dejemos de interesarnos por ello, pero no siempre ha sido así.

En la primera década del milenio, en el noble arte de las 16 cuerdas, Manny “Pac-Man” Pacquiao y Juan Manuel “Dinamita” Márquez quisieron demostrarle al mundo que estaban equivocados. A través de una saga de 4 peleas,  que se colocan todas ellas en la retina de los aficionados como algunas de las mejores peleas de todos los tiempos, Márquez y Pacquiao nos deleitaron con una serie de combates que dejaban a los aficionados con ganas de que esa conflagración se repitiera una vez más.

Manny Pacquiao, salido directamente de los arrozales de la exótica filipinas, llegaba a la primera batalla entre ambos púgiles como una estrella emergente que empezaba a granjearse el título honorífico que en su día tuviera Roger “Mamba Negra” Mayweather, el “asesino de mejicanos” puesto que ya había vencido a dos de ellos, entre los que se encontraba la leyenda Marco Antonio Barrera. Por su parte Juan Manuel Márquez llegaba con un sólido récord y tras vencer a varios oponentes que no le supusieron grandes problemas.

A pesar de que hoy hablamos de una saga de 4 combates que maravilló al mundo del pugilismo durante los 8 años que transcurrieron entre la primera y la cuarta pelea, esta rivalidad histórica estuvo a punto de acabar en el primer round de la primera pelea. Márquez, que salió muy frío de su esquina, cayó tres veces a la lona en los minutos iniciales, con el consiguiente riesgo de que el árbitro parara la pelea. No obstante, durante los 11 rounds siguientes, Márquez demostró su corazón de guerrero azteca e hizo gala de un sobrehumano aguante que le permitieron empatar una ensangrentada batalla. En el mismo momento en el que la campana sonó para dar conclusión al 12º round, el público y ambos peleadores comenzaron a pedir la revancha de esta épica pelea.

Esta segunda pelea, sin embargo, tardó cuatro años en darse, debido a que los púgiles  transitaron a categorías de peso superiores y tenían compromisos de defensa de títulos diferentes. Este segundo pleito, esta vez en categoría superpluma (la primera se dio en peso pluma) tuvo un desarrollo parecido pero distinto final. En una pelea terriblemente igualada, una única caída de Márquez hizo que el astro tagalo Manny Pacquiao se llevara la pelea y con ella, obtuviera los títulos del Consejo Mundial de Boxeo y The Ring en la citada división. A pesar de la derrota, lo controvertido de la decisión y lo igualado de esta nueva espectacular pelea exigía revancha entre estos dos boxeadores.

Otros cuatro años tuvieron que esperar los aficionados para ver el choque entre el asesino de mejicanos Manny Pacquiao (que entre la primera y la tercera pelea había acabado con auténticas leyendas mejicanas como Barrera otra vez y Erik “Terrible” Morales) y un Márquez que se había enfrentado al incomparable Floyd Mayweather. En esta ocasión, la pelea tendría lugar en peso wélter bajo las rutilantes luces de una de las mecas del boxeo moderno, el célebre hotel MGM Grand de Las Vegas, Nevada. En este nuevo choque de truenos las tornas cambiaron en el sentir de los aficionados y los expertos en boxeo. A pesar de que, como en las anteriores peleas, hay rounds tan ajustados que resulta casi imposible puntuarlos para decantar la balanza a un lado u otro de las esquinas, el sentir unánime tras la pelea es que, en esta ocasión, Juan Manuel Márquez había sido capaz de neutralizar a su némesis filipina y había derrotado a Manny Pacquiao. Todo parecía indicar que en esta ocasión sería el de Méjico DF sería el último hombre con el puño en alto pero, tras una deliberación sorpresiva de los jueces, Manny Pacquiao volvería a salir victorioso. La serie se decantaba 2-0 (sin contar con el empate) para el filipino y un indignado Márquez, que no entendía la decisión de los jueces, dejaba caer que tal vez ésta sería su última pelea.

Gracias a los dioses del boxeo, esta decisión, tomada en caliente tras lo inexplicable de su derrota, no se dio. Una vez más Márquez buscaba la redención en el mismo escenario, el MGM Grand de Las Vegas ante un Pacquiao que se perfilaba como uno de los mejores boxeadores de la época (y de la historia) y al que el camino de sus victorias y cinturones parecían conducirle de manera irremediable a enfrentarse con el monstruo final; Floyd Mayweather. La pelea contra Márquez sería una guerra como las tres anteriores, de eso no cabría duda, pero le tenía cogida la medida y de una forma u otra volvería a ganarle.

Nada más lejos de la realidad. Lo que pasó en el sexto round de la cuarta pelea ha pasado a la historia del boxeo y en esas brillantes vitrinas permanecerá mientras pasen las décadas. El tradicional Márquez-Pacquiao comenzó, como en las otras peleas, con acción y ritmo incesante hasta que ocurre algo que no había acaecido en ninguna de las anteriores peleas, un poderosísimo volado de derecha del azteca mandaba por primera vez a la lona al filipino en las cuatro peleas que habían transcurrido entre los dos. El tagalo, lejos de amilanarse ante el poder de la pegada de un Márquez fortalecido, le parte el tabique  nasal a su rival, que convierte su nariz en un grifo abierto de sangre.

De esta manera llegamos a un sexto round en el que parece que a Márquez empiezan a faltarle pulmones y piernas a raíz del duro golpe de Pacquiao, que comienza a mover las piernas y a exhibir sus rápidas manos para conectar series cortas de golpes a la cara y cuerpo de su rival. El asalto va a terminar, suena la señal de los últimos 10 segundos del sexto round.

En ese momento ocurre. Las carreras de Márquez y Pacquiao nunca volverán a ser las mismas después de esos diez segundos. Pacquiao avanza hacia Márquez con una derecha pero el azteca reacciona justo antes para hacer lo propio con su derecha a Pacquiao, que se ha abalanzado sobre el mejicano. El golpe de Márquez truena a Pacquiao en la cara, que cae desplomado completamente inconsciente. Márquez lo ha conseguido, ha vencido al asesino de mejicanos y quien durante ocho años y tres peleas le tuvo controlado. Esta nueva pelea coronará a Márquez como el mejor peleador libra por libra del momento, KO del año, combate del año, boxeador del año y posteriormente peleador de la década por el Consejo Mundial de Boxeo.

Tras este brutal final a las hostilidades, se habló de cifras astronómicas para una quinta pelea entre estas dos leyendas del boxeo. Ambos declinaron ya que según ellos “ya no había cuentas pendientes”. Márquez peleó algunas veces más para luego retirarse como uno de los mejores boxeadores mejicanos y globales de la historia. Pacquiao por su parte, tras el varapalo y aún con 40 años continúa en activo e inflingiendo derrotas a poderosos rivales como su última víctima, el estadounidense Keith Thurman, al que hace pocos meses ha arrebatado el título de peso Welter de la Organización Mundial de Boxeo.

Estas peleas pasarán a la historia como la forja de dos leyendas del boxeo que cada pocos años se necesitaban una y otra vez para llevarse al límite, poner a prueba sus cuerpos una vez más y comprobar quién seguía siendo el mejor.

En el boxeo, como en todos los deportes, hay episodios que se nos hacen pesados, nos producen apatía y simplemente queremos que pasen para poder seguir con nuestras vidas; no queremos que se repitan. Por suerte, y para el regocijo de los aficionados, Márquez y Pacquiao conjuraron para una vez tras otra verse las caras en el ensogado y demostrarnos de paso que hay veces que no es suficiente con una pelea, ni con dos o tres, y que a veces debemos desechar la moderación y exaltar los excesos.

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