Estrada y Chocolatito brindan una pelea épica en la que ninguno mereció la derrota

AEBOX/Juan Álvarez/ — La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa. Hace casi 200 años el barbudo de Tréveris descifraba la esencia de la historia; el eterno retorno al pasado. Hoy, 13 de Marzo, la historia boxística se volvía a paralizar con el choque inmisericorde de dos pesos pequeños: 28 años después de que Michael Carbajal se enfrentara a Humberto «Chiquita» González, Juan Francisco Gallo Estrada se enfrentaba por segunda vez a Román Chocolatito González, casi una década después de su primer enfrentamiento.

En sus manos quedaba reescribir la historia acorde a las líneas de la tragedia griega o la más bochornosa de las farsas.

Se presentan los supermoscas en el lugar de la batalla tras el ritual de entrada habitual.

Román Chocolatito González aparece en el coliseo para un nuevo encuentro de puños contra otro mejicano. La mitad de sus víctimas han sido aztecas. Tradicional música religiosa para el se Managua, que aparece ataviado con precioso raso italiano azul y dorado. Al cuello su bandera patria y la tricolor azteca. «Cristo te ama» en la parte posterior del calzón. Rojo y negro sandinista.

Juan Francisco Gallo Estrada recorre el camino más solitario del mundo, el que va de los vestuarios al cuadrilátero. Música mejicana para el de Puerto Peñasco, que no conoce otra forma de vivir y de pelear que ser uno más de los mejicanos que se fueron y los que vendrán; porque ellos fueron él es, y porque él es, otros serán. Negro y fuego azul en su pantaloneta, Filipenses 4:13; «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». En el 13 de marzo de 2021 de nuestro señor Jesucristo según el calendario gregoriano, necesitará toda la ayuda necesaria para vencer a su más duro rival.

Hechas las presentaciones. Lectura de honores, títulos y hazañas de los dos púgiles. Cinturones AMB y CMB del supermosca que se elevan al cielo, símbolo de que pueden cambiar de manos. Últimos apuntes del referí. Choquen guantes. Buena suerte.

Comienza el primer asalto con un Estrada haciendo su boxeo. Su brazo y su distancia dirigen las operaciones durante los dos primeros minutos de la contienda. Saca manos que comienzan a conectar. Román, en estos primeros compases, parece algo más aletargado. Se agazapa tras sus guantes dorados. Falta un minuto para la finalización del primer round y Chocolatito se suelta y comienza a tirar estacas. Tañido de campana y cada uno a su esquina.

Del segundo al sexto, la lucha es encarnizada. Plástica, trágica y estética para el aficionado; imposible de puntuar para los jueces.

La derecha de Chocolatito apuñala arriba y abajo a Estrada, que ataca con golpes rectos y también desde dentro cuando llega el momento. Ninguno rehúye las hostilidades. Por momentos mejor Estrada, por momentos mejor González.

Las esquinas comienzan a pedir más revoluciones, más fuego. A González le piden más manos, a Estrada le piden seguir percutiendo.

A partir del séptimo los planes de ataque cristalizan y se estabilizan para afrontar la segunda parte de la batalla. Estrada fiará su suerte a las combinaciones de golpes desde su distancia acabando en ganchos. Chocolatito, por su parte, se agazapa en su guardia, mueve la cadera, se quita manos, castiga los errores de su rival con la derecha, que estalla en la humanidad del azteca para recordarle que el peaje de los errores en boxeo se paga con dolor.

A pesar de que es evidente la fatiga física de ambos, la acción es incesante. La cadencia de golpeo no termina de bajar y todo parece indicar que cada uno de los contendientes superará el millar de golpes.

El ring se circunscribe a una pequeña franja de terreno en el centro. La atmósfera se vuelve densa, húmeda. Los rostros cambian de color. La vaselina, las tumefacciones y el sudor cubren las facciones del de Managua y Puerto peñasco.

Se llega a los asaltos de campeonato y los asaltos, en movimiento pendular, caen se un lado a otro del cuadrilátero. Chocolatito sigue sacando manos de una virulencia extrema; Estrada combina arriba y abajo.

Se llega al capítulo 24 de la epopeya que ambos boxeadores escriben. Capítulo 12 de la segunda parte. El plan de ataque de ambas partes es el mismo. Sin gasolina en los puños y piernas, el desempeño de ambos es inenarrable. En el momento preciso es cuando más golpes. Chocolatito casi tira a Estrada, que, sin piernas, no se amilana y se lanza al ataque.
Dobla la última campana y termina la batalla.

Se prevé decisión cerrada. Tensión y euforia en ambas esquinas. Boxeadores a hombros, como Belmonte.

La decisión de los jueces es anunciada y Juan Francisco Gallo Estrada se convierte en campeón unificado AMB y CMB de la división. Tarjetas dispares (115-113 González, 117-111 Estrada y 115-113 Estrada) con un difícil de explicar 117-111.

La decepción de Román y la alegría de Estrada se aparcan para, como todo el resto de los presentes, pedir la revancha.

Estrada ha conseguido vengar su derrota ulterior hace casi una década. Ahora le toca a Chocolatito vengar ésta.

En las manos de ambos está escribir una nueva repetición de la historia que tenga más de tragedia y, como ésta que acabamos de vivir, real, pura, nada de farsa.

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