Josh Taylor sometió a Ramírez y ya es el unico Rey de los Superligeros

AEBOX/Juan Álvarez/ — Fue el emperador Macedonio Alejandro Magno el que dijo que el cielo no puede tolerar dos soles ni la tierra dos amos. Cada división necesita un solo rey y Josh Taylor y José Carlos Ramírez se presentaban hoy dispuestos a pasar por encima del otro para convertirse en el campeón absoluto en el peso superligero.

Música. Camino hacia el ring. Presentaciones. Cinturones al aire que recuerdan, al igual que las cabelleras arrancadas a los europeos por los nativos americanos, que los campeones se elevan en el cielo aupados en los restos de sus rivales.

Pupilas que proyectan el punto de fuga el las pupilas del rival. Últimas indicaciones. Choque de guantes.
Vuelta a la esquina. El cuadrilátero se vacía. Comienza el combate.

No hay asalto de tanteo. No con tanto en juego. Ramírez busca una pelea dura, en el cuerpo a cuerpo, se adentra en el corazón de las tinieblas. Cuando llega a la humanidad rival lo hace buscando gancho al hígado, ese golpe que ha dado y quitado tantos cinturones.

Taylor, por su parte, espera fuera. Guardia baja, piernas que se balancean y tensión esperando el contra golpeo.
Los primeros asaltos son difíciles de puntuar. Ramírez parece llevar la voz cantante de las acciones pero cuando mejor está, Taylor le para a base de golpes menos numerosos aunque visiblemente más duros.
Ramírez en el centro del ring, Taylor por fuera.

Pasa la primera parte de la pelea sin un ganador ni un perdedor. Ambos tienen las armas para ganar y para evitar que el que el rival gane.

En el sexto asalto se produce el primer hecho diferencial; inmediatamente después de un cabeceo sublime, de esos que el resto hace en la manopla, Taylor conecta en el centro justo del mentón de Ramírez, que se va al suelo. Ramírez se levanta más contrariado que dolido y busca en el final del ring igualar la cuenta de caídas yendo con todo hacia delante. Taylor apaga ese fuego con pasos laterales y movimientos evasivos. 10-8 para el de Edimburgo y la sensación de que la pelea comienza a decantarse a su favor.

Séptimo. Tras un clinch, un uppercut de manual alcanza a Ramírez, que está vez si se ve flaquear. Sus piernas adquieren la consistencia de la lana. A cada caída de Ramírez, Taylor está más tranquilo. Se lanza a la guerra pero solo cuando se la encuentra frente a él. Cada vez que anota una buena combinación, se agarra para impedir la respuesta de su rival
Si los cinco primeros asaltos se pueden dar a uno u otro púgil indistintamente, del sexto al noveno son de Taylor, caídas inclusive.

Taylor ha hecho una ajuste táctico en el momento preciso; mientras que en los primeros compases su guardia zurda busca proyectar el pie dominante por fuera de Ramírez para llegar con un gancho, a partir del sexto hace lo contrario y mete el pie por dentro para castigar con la derecha.

Ramírez sigue su estrategia. Caídas aparte la pelea está siendo igualada. Menos piernas pero más corazón. Sus manos han tenido mal a Taylor un par de veces en el tercer asalto.

Los asaltos del 9 al 12 nos muestran a un Taylor que no suelta el zurrón y a un Ramírez que se empieza a desesperar. Desde las cuerdas el escocés lleva la voz cantante. Aunque Ramírez hace muy buenos asaltos, el plan es el del guerrero de tartán. Cierto que Ramírez vuelve a descargar con virulencia pero Taylor sigue conectando menos aunque duro.

«Nemo me impune lacessit» Nadie me daña impunemente. El lema del escudo de armas escocés llevado al ring. Golpe a golpe Taylor asegura su supervivencia con economía de golpes. Está perdiendo los asaltos pero sigue en pie.

Asalto final. Abrazo antes de comenzar los últimos tres minutos. La calma que precede a la tempestad. Ramírez busca emular la gloria de Chávez contra Taylor (Meldrick). El escocés, que ya se ha hecho a la idea de volver a casa con cinco cinturones, se queda en las cuerdas, moviendo las piernas, con paso lateral exquisito e igual de depurado que en el primer asalto.

Si Ramírez le conecta el se agarra, lanza él y vuelta a empezar.

El mexico-americano está cansado. No acierta a lanzar faltando menos de un minuto. Persigue a Taylor como un nómada del desierto camina tras la ilusión de un oasis. Falta menos de medio minuto y Ramírez cree conectar a un Taylor que ya en modo campeón baja las manos y cabecea todo lo que le llega.

Tañido final y júbilo general en la esquina escocesa. Tras deliberaciones, los tres jueces dan la misma tarjeta de 114-112 para Taylor ( algo ajustada teniendo en cuenta a que sin las caídas teóricamente hubiera perdido, a pesar de que hubo etapas del combate en las que dominó).

En la esquina del «tornado de tartán nadie se fija en eso. Gritos y abrazos. Las 140 libras de Taylor se ven envueltas de cinco cinturones que le confieren la dignidad de un cónsul de la roma republicana.

Josh Taylor es campeón absoluto, unificado e invicto de las 140 libras y se coloca por títulos y desempeño como uno de los mejores boxeadores de la actualidad.

Las buenas formas que se le vieron contra Verenchyk y Prograis se confirman. Sus mejores combates están siendo contra rivales cada vez más fuertes. Cinco cinturones como recompensa a un combate casi perfecto en el que mezcló inteligencia, picardía, argumentos defensivos y momentos ofensivos.

Que pase el siguiente (si se atreve).

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