El decimosexto round: La historia de “Huracán” Carter

Aebox/Juan Álvarez/ — Decía el rebelde escocés William Wallace que los opresores podían quitarnos la vida pero no la libertad. Decía que una vez que hubiésemos abandonado este mundo seguiríamos siendo espíritus libres que nunca fueron doblegados por el poder y defender una causa justa. La vida real, por desgracia, nos ha dejado innumerables casos en los que a un hombre se le arrebata la libertad pero no la vida, aunque para ellos ésta acaba en este instante.

Rubin Carter es uno de estos casos. Nacido en Patterson, Nueva Jersey en 1937, desde bien pequeño se dio cuenta de que el color de su piel era de por sí un desafío al orden establecido. El cuarto de siete hermanos, ya con once años fue condenado por agresión con arma blanca por defender a un amigo de un pedófilo. Una adolescencia llena de problemas con la justicia por motivos raciales de la que no fue capaz de zafarse a lo largo de su vida y que le llevaría a un ir y venir de instituciones penitenciarias.

Carter, como muchos otros chicos pobres, blancos o negros, vio en el boxeo una oportunidad de dar a su familia una vida mejor y labrarse un futuro lejos de la pobreza y la delincuencia, los dos destinos a los que la población afroamericana estaba destinada en la Norteamérica del siglo XX.

El destino nos privó de ver a Rubin, ya convertido en “Huracán” de ser campeón del mundo. Con un récord de 27-12-1 con 19 ko´s, fue capaz de tumbar al campeón del peso medio Emile Griffith en el primer asalto. En 1964 perdió por decisión unánime contra el campeón Joey Giardello a pesar de haber dominado toda la pelea. Incluso en el boxeo de la época, el racismo estaba tan presente que no se le permitió ganar a un afroamericano.

Para su desgracia, Rubin Carter no ha pasado a la historia como boxeador, sino como convicto y como luchador incansable contra las injusticias judiciales que se cebaban en la época con la población afroamericana. El 17 de junio de 1966 llegaría día más fatídico de su vida. Fue acusado de un triple asesinato en el Lafayette Bar de Nueva Jersey. Tras un juicio lleno de irregularidades, fue condenado a tres cadenas perpetuas consecutivas por cada uno de los tres asesinatos. A “Huracán” no le habían robado la vida pero sí la libertad.

A pesar de ello, “Huracán” no se rindió. Aún dentro de la cárcel, seguía siendo un boxeador, un guerrero. Su ánimo no decayó. Privado de la libertad hasta el día de su muerte, su única misión en la vida a partir de ese momento era demostrar su inocencia. Comenzó a estudiar derecho. Se convirtió al islam. Sin guantes, pero con su mente, nunca dejó de luchar. A pesar de los reveses judiciales que fue recibiendo a lo largo de los años, supo encajar estos golpes, fajarse y volver a la ofensiva.

La condena que conmocionó a una nación. “Huracán” fue el O.J Simpson  de su generación. Nada más conocerse la condena, Estados Unidos, metida ya de lleno en la lucha por los derechos civiles, en la Guerra de Vietnam… se volcó a la calle al ver una vez más una flagrante falta de seguridades jurídicas para los afroamericanos, fuera cual fuera su posición social. Muhammad Ali y Bob Dylan encabezaron protestas a la sombra de una canción que el propio Dylan escribió que decía: «Esta es la historia de Huracán, pero no habrá terminado hasta que limpien su nombre y le devuelvan el tiempo que ha cumplido, lo pusieron en una celda, pero pudo haber sido campeón del mundo».

El 7 de junio de 1985 tuvo la oportunidad de que se reabriera su caso tras la oleada de protestas y apoyo que tuvo por parte de toda la comunidad afroamericana, además de mucha población blanca que veía en la condena a Carter a un país en el que no se reconocía. Al estudiar de nuevo las irregularidades y los testimonios de unos ladrones que al admitieron haber mentido y se retractaron, el juez dijo que su encarcelamiento se debía más “al racismo que a la razón”. “Huracán” ganó este round y con él, la libertad.

A Rubin Carter le habían robado casi dos décadas, 19 años, de su vida. En vez de lamentarse por lo perdido se dedicó a luchar para que lo que a él le había sucedido no volviera a pasar. Desde su salida de prisión comenzó a dar charlas motivacionales en distintas instituciones y se encargó de presidir la organización que lucha contra las encarcelaciones injustas.

En 1999 su lucha fue llevada al cine de manera magistral en la película “The sixteenth round” conocida en España como “Huracán Carter”, donde Denzel Washington encarnaba a un Rubin que de esta manera pudo enseñar al mundo entero el mundo de discriminación racial al que se sometió a varias generaciones de afroamericanos.

Dijo el político Manuel Azaña en una ocasión: “La libertad no hace a los hombres más o menos felices; los hace, sencillamente, hombres”. A Rubin Carter le quitaron más que la libertad, le arrebataron de manera injusta todo aquello que nos define. El 20 de abril de 2014, Rubin Carter fallecía después de haber luchado casi dos años contra un cáncer de próstata. En su muerte no hay ápice de tristeza ya que consiguió morir como un hombre libre. De su trágica vida podemos extraer una lección: cuando todo esté perdido debemos seguir luchando, cuando todo falle y nada nos haga seguir, y así tal vez podamos ganar nuestra última pelea en el decimosexto asalto.

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