AEBOX/Juan Álvarez.
Aristóteles en su Poética señala sobre las partes de la tragedia que se dividen en prólogo, episodio, éxodo y la parte del coro, que se divide a la vez en párodo y estásimo. La unión del pasado del héroe con el presente, de tres a cinco episodios en los que se expone la profundidad del drama que se trata y el dilema vital del personaje; cantos líricos y dramáticos que cierran el final de la obra. Grosso modo la arquitectura de la composición teatral que nos lega el mundo grecolatino permanece incólume tanto en la disciplina literaria como en el resto de los ámbitos de nuestra vida. El boxeo si cabe, el deporte/arte nacido en la Hélade, guarda dicha esencia con más ahínco aún.
Un esperado drama tendrá lugar este sábado 9 de abril en el Saitama Super Arena de la ciudad homónima en Japón. El protagonista principal y cabeza de cartel el pluricampeón del mundo de los pesos medios Gennady Genadievich “GGG” Golovkin. Caballero antitético y por ende el villano en esta obra Ryota Murata. El destino final, la consecución del título mundial del peso medio sancionado por la Federación Internacional de Boxeo.
Karagandá, 1982. Ciudad del aún no extinto país de lkos soviets y que hoy solo habita en el corazón y la nostalgia de unos pocos. Clima extremo en inverino y verano que no permite la fragilidad física y moral de sus habitantes. Gennady nace en el seno de una familia que pronto aparecerá marcada por la desaparición de sus dos hermanos mayores. Los mismos que, como herencia le inocularon el amor por el boxeo y la lección de que en las estepas de Asia Central cada gramo de recompensa ha de ser merecida.
Escuela soviética de boxeo amateur que le deja con un récord de 345-5 e innumerable ristra de éxitos fantes de dar el salto al profesionalismo. Con una primera “etapa” alemana en la que, ya como profesional, consigue un 19-0 pero sin opciones reales de título, sucede el hecho diferencia. Cambia de entrenador, se muda a California. De la mano de Abel Sánchez Golovkin coaliga el amateurismo soviético con el estilo mejicano más descarnado y se convierte en una picadora de rivales que da espectáculo y victorias a partes iguales. Nunca a un kazajo la horma del sombrero charro le ajustó con tanta naturalidad.
En poco tiempo se convierte en uno de los libra por libra del mundo con una conjunción de ritmo y pegada que le convierten en uno de los favoritos del público. Sus golpes hormigonados le permiten en poco tiempo un hilo de defensas de los títulos del peso medio que lo colocan como uno de los mejores 160 de la historia. Pero se cruza en su camino Canelo Álvarez.
Después de 24 asaltos inenarrables y dos resultados discutibles y ajustados sus pleitos con el tapatío se saldan con un empate primero y una derrota después. La primera mancha en su carrera. Tras dos victorias ante Rolls y Derevyanchenko y de nuevo como campeón Golovkin busca a sus 40 años una victoria contundente que le permita reunir crédito para demostrar que todavía podría presentar batalla en un hipotético cierre de trilogía con Álvarez.
Ryota Murata aparece en este drama kazajo como el villano impuesto para el desarrollo de la obra. 16-2 para una carrera desarrollada principalmente en el país del Sol Naciente. Murata, como muchos otros boxeadores en la actualidad, carga sobre sus espaldas el pecado moderno del boxeo. Títulos sin haber enfrentado a rivales de auténtico recorrido y, ahora, una oportunidad de demostrar el auténtico boxeo que guardan sus puños.
La lógica boxística nos dice que, en consonancia a sus últimas actuaciones, Golovkin confiará en su pegada, de efectividad intacta. Contra Rolls fue suficiente y aunque Derevyanchenko le hizo lucir mal, sus puños todavía le sirvieron para suplir a un físico que comienza a no gestionar bien el paso del tiempo. Murata, por su parte, debería fiarlo todo a la explosividad de su relativa juventud frente a Golovkin (35 frente a 40), llevar el combate a unas tarjetas ajustadas y esperar a que el factor local le permita dar la campanada.
El 9 de abril, sobre el escenario del Saitama Super Arena tendremos todos los elementos necesarios para la representación de un drama griego. Todos menos el final. El desenlace. Los puños de Golovkin y Murata se encargarán de redactarlo. Solo queda esperar.
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