John Carter cae derrotado ante Sultán Zaurbek

AEBOX/Juan Álvarez/– Llegaba el día la vuelta al trabajo para John Carter. Edimburgo el escenario, Zaurbek el rival, la redención y la vuelta al idilio con el boxeo como objetivo.
Desde su mágica noche en Marbella al conseguir su título de la unión europea, tanto él como su equipo habían padecido su particular travesía por el desierto que terminaba en Málaga hace poco y se concretaba aquí.
Por delante Incógnitas, interrogantes y un rival que, como se mostrará en apenas diez minutos más tarde, presentaba increíble condición física y boxística que le permitieron percutir a Carter en todos los estadios del combate y que a la postre le harían engordar su récord de victorias y al propio Carter entregar su vitola de invicto.

Comienza la escritura de esta historia boxística con Zaurbek y Carter de protagonistas.


El kazajo asume el rol de protagonista principal y encamina lo que será su trabajo durante el combate. Su cálculo de la distancia empieza aquí y es exquisito. Sin llegar a ser todavía determinante, su ejercicio de toma de distancia y de adquisición de sensaciones comienza a aunarse con pegada dura, seca y enjuta como la madera. Igual de tosca y contundente.

Carter, en la esquina contraria. Pantaloneta con colores de guerra prusianos, dispuesto a todo.
Parte con una velocidad menos, dejando hacer al rival , las toma. Acaba el asalto y como si fueran dos hombres buscando la redención de su alma, se dirigen a su esquina donde se sientan y reciben las correspondientes correcciones de sus entrenadores.


Segundo asalto que comienza y, tras encontrarse ambos púgiles en el centro del ring, se aceleran las acciones.
Zaurbek mete una marcha más y cambia la predilección por el golpe recto del primer asalto por los curvos en el segundo.

Plasma su firma en la nariz y pómulos de Carter que empiezan a verse tumefactos, testigos vivientes de la potencia del de Asia Central. Carter por su parte no se amilana y acabando el segundo asalto quiere demostrar que de su cuero también salen correas. Se para con Zaurbek y contesta a su gasolina con fuego. Acaba el asalto con la sensación de que el combate se acelera.

Tercer asalto y, por desgracia para nuestros intereses, el último. Zaurbek huele la sangre y Carter no tiene capacidad de respuesta, el árbitro lo advierte y detiene las acciones asegurando la integridad física del nazarí.

Zaurbek sigue su progresión, demuestra echuras en la división y acumula experiencia.
Carter cae de pie, guerreando y entrega su invicto con honor. Ahora solo queda conocer sus pasos en el futuro.

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